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miércoles, marzo 28, 2012

It's all coming back to me now... 

(K) Lo sé. Sé que he descuidado mi diario. No han sido unos años fáciles: la crisis, nadie compra cuadros, los gobiernos llaman a no pintar... Y claro, lo que menos me apetece es escribir mis miserias. Pero hoy ha sucedido algo que me ha superado, algo que llevaba acechándome ya demasiado tiempo para, de pronto, atacarme de frente. Con demasiados fantasmas en mi pasado, lo verdaderamente extraño es que esto no me hubiera sucedido antes. Estaréis pensando que qué puede hacerme estar tan triste: '¿habrán cerrado el Museo del Prado?' '¿Habrán recortado el presupuesto en Arte?' '¿Se habrán acabado todas las existencias de acuarelas y óleos del mundo?'. No, nada que ver con eso. Al menos por ahora, el arte es lo único que tengo (el arte y mis millones de fans, por supuesto). Es (ha sido y siempre será) Chari.

Hoy era uno de esos días en los que me apetecía disfrutar de los sonidos de la ciudad. La calle, con los niños pintando por las esquinas, esa luz que todo lo inunda haciendo de cada rincón un sitio ideal para esculpir la mejor de las esculturas o para componer la mejor de las partituras. Así que llamé a Marian Contable (que, tras guardar su ábaco a buen recaudo, aceptó) y a Marian Chófer (que, amablemente, decidió pasar a recogerme) para que diéramos una vuelta, visitáramos algún museo y tomáramos algo en mi pintobar favorito, 'La pincelada'. Era una jornada de lo más agradable, discutiendo sobre los nuevos estilos pictóricos que estaban haciendo tambalearse a los clásicos del arte, sobre esos ritmos africanos que había escuchado en mi último viaje al Sæírengheti y de las nuevas técnicas de restauración que estaban empleando en los trabajos que están realizando sobre los mosaicos que descubrí en la última expedición arqueológica que supervisé. Y, de pronto, una nube cubrió el sol, dejando todo en penumbras y trayendo con ella un viento frío y fuerte que bien parecía aquel cuadro que pinté una vez, donde el dios Eolo, muy enfadado tras ser rechazado por la joven Ágave, decide vengarse y poseerla convertido en pincel... Creo que me estoy desviando. ¿Por dónde iba? Ah, sí: la calle se llenó de sombras, los niños corrieron a refugiarse a sus casas para escapar del tan devastador páramo en que se había convertido la calle. Y de entre las sombras, tras doblar una esquina, apareció Chari. No me lo podía creer. Sentí una gota de sudor recorrer mi espalda cual goterón de acrílico recorre un monocromo de Tàpies. En un microsegundo, todos los momentos que pasamos juntas pasaron (o, más bien, volaron) por mi mente: aquella exposición de 'La ética del arte' donde nos conocimos, ese picnic tan romántico en los jardines del museo, el primer retrato que le pinté, las horas fantaseando sobre qué nombre le pondríamos a nuestro primer hijo... Toda una vida resumida en apenas un suspiro. Pero, como ya hizo hace (quizá demasiado) tiempo, tal y como apareció se fue, dejándome triste y sola, con la única compañía de mis recuerdos. Apareció por aquella calle como un fantasma, como el fantasma que aún se acuesta conmigo cada noche en mi cama, que aún se sienta a mi lado en cada desayuno... No puedo evitarlo. La echo de menos. Mucho. Desde que la vi, no he dejado de recordarla y de preguntarme qué nos hizo llegar al punto en el que nos encontramos hoy, donde somos apenas dos extrañas. E inmediatamente después, recuerdo los gritos, las mentiras, las peleas rompiendo cuadros, los desprecios, la traición, la indiferencia... Y vuelvo en mí, vuelvo a verme sentada sola en mitad de mi estudio y vuelvo a intentar convencerme de que es lo mejor para las dos.

Pobre ilusa. (K)

(K) Celine Dion pone música a mi ánimo (K)

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